En este mundo de información cruzada, donde las ideas y noticias van y vienen en redes sociales, continuamente nos enfrentamos a distintas iniciativas que llevan como lema la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente. Parece ser que es de todo sentido común estar de acuerdo con un “movimiento” a veces más moral y ético que de aprendizaje y formación. Vemos continuamente como los puntos verdes proliferan como bandera de lucha, sobre todo en tiempos de campaña política, como grandes salvadores, pero que poco hay detrás de un verdadero conocimiento de sustentabilidad.
En la sociedad civil, partiendo desde la escuela y el hogar, son pocas las estrategias de formación reales que sean más profundas que las incipientes como cuidar el agua, no botar envases a la basura o apagar la luz cuando no se necesitan, lo que demuestra una carencia en la malla curricular, ya que ni siquiera contamos con un ramo de sustentabilidad en los colegios. Esto podemos atribuirlo a una ineficiente visión de estado acerca del tema, pero en el ámbito empresarial ¿cuál es la situación?
Desde el inicio de la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo 18, la utilización de la tecnología y la maquinaria hicieron que el uso de los recursos fueran utilizados a una mayor velocidad, jamás visto en la historia de la humanidad. La industrialización no sólo tuvo una repercusión en la mano de obra, al prescindir muchas veces de ella, sino que los nuevos procesos productivos generaron una inusual cantidad de residuos que lentamente fueron transformándose en un problema, principalmente para la ciudad. Aún cuando han pasado más de 200 años, el trasfondo del problema no ha sido resuelto. Si bien se han comenzado a generar acuerdos para que las empresas aumentan sus niveles de sustentabilidad, aún queda mucho por hacer. En Chile, en particular, ya contamos con algunas iniciativas público-privadas que han dado como resultado leyes como Ley 20.920 Ley Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje o la Ley 21.455 Ley Marco Cambio Climático, pero nos falta mucho por avanzar.
A la luz de los 17 ODS (objetivos de Desarrollo sustentable) de la ONU del año 2015, podemos establecer distintos focos de evaluación que nos permita tener una hoja de ruta genérica y repensar nuestras gobernanzas empresariales en múltiples áreas. Más aún, si podemos establecer como acuerdo que la sustentabilidad corporativa e industrial tienen al menos tres patas de apoyo que son la eficiencia energética, la calidad ambiental interior y la reutilización de residuos, podemos ir desarrollando una mirada más precisa y crítica acerca de cuál es el verdadero compromiso d nuestra corporación con la sustentabilidad.
Si la definición de eficiencia energética la tomamos como” el menor uso de recursos para logara un fin”, la calidad ambiental interior como “las condiciones de habitabilidad para los colaboradores” y la reutilización de los residuos como “la potencialidad de nuevos fines a desechos del proceso productivo”, ya podemos ir visualizando nuevas ideas, que por cierto no están alejadas del fin de cualquier empresa de generar lucro en su quehacer. Por el contrario, la incorporación de estas miradas y su consiguiente acción, tienen directos beneficios económicos, así como sociales y medio ambientales en línea con aspectos desarrollados por las políticas ESG (Enviromental, Social y Governance), sus siglas en inglés, que hacen referencia a los factores que convierten a una compañía en sostenible a través de su compromiso social, ambiental y de buen gobierno, sin descuidar los aspectos financieros.
Desarrollemos un poco más esta idea. Las empresas que invierten en eficiencia energética reducen sus costos en materias primas para logaar sus fines, lo que permite una mayor rentabilidad. Asimismo, las empresas que tiene un cuidado por la calidad ambiental interior para sus colaboradores mejoran la productividad al tener mejores condiciones tales como iluminación adecuada, temperatura de confort, renovación medida de aire por hora, etc lo que permite una mayor rentabilidad. Por último, la reutilización de residuos, que normalmente es un problema en cuanto a uso de espacio de acopio, transporte interior de la empresa, y asimismo costos para que empresas externas retiren estos excedentes, puede transformarse en una potencialidad si lo visualizamos como parte de una economía circular, no sólo le damos posibilidad a que otros actores hagan uso del remanente, sino que además evitamos costos en su retiro, lo que permite una mayor rentabilidad.
Ahora bien, ¿dónde está el aporte desde la arquitectura sustentable para contribuir a tales fines?
Es aquí donde la arquitectura tiene una gran posibilidad de desarrollo pues la sostenibilidad en la arquitectura es inherente a su esencia.
Si pensamos que la arquitectura vernacular fue la que le dio cabida al hombre, haciéndolo pasar de nómade a sedentario, las tres variables definidas como patas anteriormente, fueron parte fundamental de su desarrollo.
El uso del sol, la geotermia, la masa térmica, por ejemplo, fueron utilizadas como estrategias de eficiencia energética, o la ventilación por convección, temperaturas controladas, túneles solares, fueron estrategias de calidad ambiental y el uso de barro, paja, madera, así como compost, y reutilización de agua que de manera muy primitiva y artesanal se incorporaron en los diseños de las viviendas.
Pues bien, con la tecnología y los nuevos materiales e información existente, además de softwares de modelación energéticas, etc, la arquitectura no solo puede, sino debe, incorporar estrategias sustentables activas y pasivas que potencian el CAPEX y el OPEX de la compañía y ser una verdadera contribución, además de transformarse incluso como empresas innovadoras en sus áreas y tener nuevos estándares que le permitan incluso llegar a nuevos mercados con desafíos cada vez mayores y en continuo cambio, que nuestra sociedad globalizada no solo espera, sino que exige, para un desarrollo sostenible para nosotros y las futuras generaciones.
Álvaro Pacheco Lazcano.
Socio Cvita Arquitectura Corporativa e Industrial Sustentable.
Arquitecto UNAB.
Diplomado Arquitectura Sustentable PUC.
Diplomado Arquitectura y Urbanismo Sostenible F.G. Universidad de Salamanca
Fuente: www.civita.cl