La industria marítimo-naviera está avanzando decididamente en consolidar su posición en su “nueva normalidad” post pandemia, comenzando a mirar hacia atrás un período que demandó gestionar reactiva, y también proactivamente, una serie de complejidades en el flujo de mercancías, adaptación forzada y alzas de precios de transporte.
Este periodo de “nueva normalidad” que comienza a instalarse a partir de 2023 presenta desafíos para la industria entre los que destaca fuertemente la hoja de ruta para la descarbonización a lo largo y ancho de la cadena de valor de sus procesos.
En esta línea, la descarbonización de la industria marítimo-naviera es una de las metas propuestas por la Organización Marítima Internacional (OMI). La organización adoptó el compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria en un 40% para 2030 y en un 70% para 2050, con respecto al valor inicial registrado en 2008. Adicionalmente, en 2022 se aprobó la reforma del mercado europeo de carbono con la inclusión de las emisiones del transporte marítimo a partir de 2024.
Hoy en día, la industria emite alrededor del 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Durante la última década, sus emisiones han aumentado un 20% (Naciones Unidas, 2023).
Este desafío toca de manera relevante a todos los actores involucrados en la industria, pero que alcanza significativamente a los principales actores a escala mundial, por ejemplo, MSC, Maersk, CMA CGM y COSCO, compañías que manejan cada una, más del 10% del market share en capacidad de volumen de transporte en TEU (Alphaliner, 2024) entre flota existente (owned más chartered) y orderbook.
Uno de los principales focos son las emisiones generadas en la operación de naves, tanto durante los flujos de transporte como durante su estadía en puertos. Por el lado de los puertos, éstos tendrán un rol fundamental en la adaptación de su estructura para el suministro de combustibles alternativos y soluciones afines, junto con definir, desarrollar e implementar iniciativas que reduzcan las emisiones de la operación portuaria.
Por el lado de la operación de naves cobran especial importancia combustibles alternativos, sostenibles y verdes, e innovaciones tecnológicas para habilitar la transición energética de la industria. Biocombustibles, bio/e-metanol, GNL, propulsión eólica, pilas de combustible de óxido sólido, hidrógeno, propulsión nuclear marina, sistemas de lubricación por aire, sistema de propulsión híbrida-eléctrica, captura de carbono a bordo, gemelos digitales (para simular escenarios futuros con data real y facilitar la predicción y toma de decisiones), corredores marítimos verdes, entre otras soluciones complementarias, con diferentes grados de desarrollo y prueba, están siendo testeadas para potenciales desarrollos e implementaciones a gran escala. Gigantes de la industria como MSC, Maersk, CMA CGM, Hapag-Lloyd, entre otros, han dado señales firmes y concretas de avances en descarbonización, incluso a nivel de iniciativas conjuntas.
En términos generales, la descarbonización es un desafío de largo plazo. La industria, a través de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), ha calculado que avanzar en la descarbonización del transporte marítimo requeriría una inversión de, al menos, 4.230 millones de euros.
Uno de los habilitadores de este proceso es la renovación de la flota marítima. Según Lars Jenssen, “La descarbonización de la industria va a tomar más tiempo porque la expectativa de vida de las naves es más larga. Actualmente se tienen alrededor de 100 mil barcos y no solamente son para contenedores, también están los tanqueros para combustibles, graneleros, entre otros, y en corto tiempo no se puede construir más de 100 mil barcos para sustituirlos, por eso es que nos va a tomar un tiempo que no creemos que sea antes de 2040 o 2050” (Lammis, 2023).
Al separar la meta en sus distintos componentes, se identifica rápidamente que el objetivo es desafiante, por lo que se debe tener en cuenta la construcción de un plan que considere los ejes estratégicos, así como su correcto seguimiento. La incorporación de este cambio debe realizarse de manera integral a las organizaciones para eviten que las metas definidas terminen en promesas con plazos que no se logran cumplir, y única forma es considerando el impacto holístico que metas como éstas tienen en la organización, para lo cual se recomienda abarcar en 5 aspectos:
Portafolio de proyectos: Se debe definir, evaluar, cuantificar, priorizar y ejecutar una cartera de proyectos, cada uno con su caracterización detallada (impacto, responsable, plazos, riesgos, etc.) e integrar en una hoja de ruta que considere los hitos clave que se deben cumplir para lograr la meta
Herramientas de Gestión: Para dar seguimiento a los proyectos y al alcance de la meta, se debe utilizar herramientas que permitan gestionar los indicadores y las iniciativas de manera consistente.
Personas: La sensibilización y la formación de las personas es necesaria para mantenerlas a bordo del plan y lograr así una cultura organizacional sostenible
Organización y Procesos: Tener un Governance, foros y KPI’s alineados a la meta definida permite que se incorpore correctamente en los procesos.
Stakeholders: El ecosistema que rodea a la compañía será parte del objetivo de la industria, por lo que tenerlos identificados y caracterizados con una estrategia clara de involucramiento tiene un aporte de valor al cumplimiento.
Las metas propuestas por la OMI para la industria generan condiciones desafiantes para las compañías que la componen, y se vienen años donde la generación de estrategias realistas, la planificación y la gestión de cambio se convierten en elementos clave para lograrlo en el plazo definido.
Fuente: www.revistalogistec.com